lunes, 28 de diciembre de 2020

ZURITA DE CAAVEIRO.

 Día 27 de diciembre de este año tan hostil para todos. 

Amanece un día frío de invierno soriano. La niebla lo cubre todo, espesa, fría, húmeda.....

Llevamos varios días cazando sin suerte. Sin suerte, no porque no matemos nada, sino por la escasez de piezas vistas, que merman los lances con nuestros perros.  En especial, escasez de becadas, que tuvieron un mes de noviembre con buena densidad, pero que ahora han desaparecido. 

Con estas perspectivas, decido ir a perdices con Cala (Zurita de Caaveiro).

A las 11 de la mañana comienza a disiparse la niebla, así que es hora de salir al campo. Me decanto por un cazadero protegido del viento, con monte bajo, viñas y alguna tierra de labor. No está el día para florituras.

Mi barbuda sale con ganas y pronto pone un conejo, que es abatido al segundo disparo. Poco después nos liamos con las perdices y después de un gran trabajo de la perra, logro abatir una en una zona no muy sucia. Cala cobra su perdiz con diligencia y mostrando ganas de ir a por más. Tenemos suerte y las volvemos a encontrar pronto. Después de varios vuelos en los que salen largas, logramos hacernos con otra patirroja. Con el cupo de perdiz y conejo hecho volvemos al coche, aunque antes logramos redondear la percha con una bonita paloma torcaz. 

Día para recordar, en el que esta preciosa perra cazó como cazan los grandes perros. Desde que salimos del coche no salió de mi boca ni una palabra. Solo "cobra", cuando me traía la pieza o "bravo" para agradecer su trabajo. Lo demás solo gestos, silencio y disfrute máximo.

Eficaz, bella y brava. Así es Cala.




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